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Según la EFSA:
1. El DHA contribuye a la función cerebral normal.
2. El EPA y el DHA contribuyen al funcionamiento normal del corazón.
Según la EFSA, la vitamina D:
3. contribuye a la absorción y utilización normal del calcio y el fósforo;
4. contribuye a mantener los niveles normales de calcio en sangre;
5. contribuye al mantenimiento de los huesos en condiciones normales;
6. contribuye al funcionamiento normal de la musculatura;
7. contribuye al mantenimiento de la dentadura en condiciones normales;
8. contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunológico;
9. desempeña un papel en el proceso de división celular.
Medidas y cálculos
Muchos estudios demuestran que el perfil de ácidos grasos de las grasas que circulan por la sangre refleja la ingesta de grasas en la dieta y, por lo tanto, está relacionada con su estado de salud [23, 24, 25, 26, 27]. Las grasas presentes en su sangre reflejan el tipo de grasas que su organismo tiene disponibles para generar energía y desarrollar células, incluyendo las membranas celulares, así como los tejidos. Los ácidos grasos dietéticos esenciales Omega-6 ácido linoleico (LA) y Omega-3 ácido alfa-linoleico (ALA) deben provenir de la dieta, ya que el organismo no es capaz de producirlos por si mismo. El ácido dietético esencial Omega-6 ácido linoleico (LA) se convierte en el organismo en ácido araquidónico Omega-6 (AA). El ácido dietético esencial Omega-3 ácido alfa-linoleico (ALA) se convierte en el organismo en Omega-3 ácido eicosapentanoico (EPA) y en Omega-3 ácido docosahexaenoico (DHA), como se muestra en la figura 1. Sin embargo, el ALA de fuentes vegetales no es suficiente para convertirse en EPA o DHA marino en el organismo. Por lo tanto, hay que proporcionar EPA y DHA tomando directamente productos de fuentes marinas.
Los ácidos grasos Omega-6 y Omega-3 se almacenan en las membranas celulares. Cuando los ácidos grasos Omega-6 y Omega-3, como el ácido araquidónico Omega-6 (AA), el ácido eicosapentaenoico Omega-3 (EPA) y el ácido docosahexaenoico Omega-3 (DHA) se liberan de las membranas celulares, se convierten en poderosas “hormonas” locales. Estas “hormonas” locales controlan la inflamación y la contractura muscular en todo el organismo. La producción de estas “hormonas” locales por parte de sus precursores, los ácidos grasos AA, EPA y DHA, es la que determina si su alimentación es proinflamatoria o antiinflamatoria. Una dieta proinflamatoria a largo plazo puede resultar fatal para su salud.
La buena salud cardíaca de los esquimales de Groenlandia llevó los científicos a pensar que el consumo elevado de pescado podría resultar una protección [28]. Un estudio de 20 años con 852 varones holandeses de mediana edad, que consumía al menos 30 gramos de pescado por semana, mostró una buena salud cardíaca en comparación con los varones que no consumían pescado [29]. Un estudio de 30 años con más de 2 100 varones de Chicago, que consumía al menos 35 gramos de pescado a diario, mostró una buena salud cardíaca en comparación con aquellos que no consumían nada de pescado [30]. Uno de los efectos más importantes de los Omega-3 marinos EPA y DHA del pescado sobre la salud cardíaca es su capacidad para inhibir la fibrilación ventricular y el consiguiente paro cardíaco en la prevención primaria y secundaria [31].
Figura 1. El metabolismo del ácido linoleico Omega-6 (LA) al ácido araquidónico Omega-6 (AA) y del ácido alfa-linoleico Omega-3 vegetal (ALA) al Omega-3 EPA y DHA marino
El nivel de omega-3 EPA y DHA marino es un factor importante en varios procesos de salud, sobre todo en los procesos relacionados con el estilo de vida. Para conocer más acerca los niveles de Omega-3 y las enfermedades, por favor repasa la literatura científica con los siguientes números de referencia; [6, 8, 32]. El ácido omega-3 eicosapentanoico marino (EPA) es el ácido graso omega-3 más importante encontrado en los músculos y el hígado, mientras que el ácido docosahexaenoico omega-3 (DHA) es dominante en los ojos, el semen y la corteza cerebral. El ácido graso omega-3 DHA es esencial para el desarrollo funcional normal del cerebro y la retina, especialmente en recién nacidos prematuros. La importancia del DHA para el desarrollo prenatal cerebral se debe a que corresponde al 40% de los ácidos grasos fosfolípidos del cerebro. Consumo adecuado, de DHA, ha sido relacionado con múltiples beneficios de salud, entre otros, el desarrollo cerebral y retiniano, envejecimiento, formación de memoria, función sináptica membrana, función de biogénesis del fotorreceptor, y también la neuroprotección [10, 33, 34].
Figura 2. Dieta desequilibrada y proinflamatoria
La figura 3 muestra que entre las primeras 45 331 muestras individuales analizadas en nuestro laboratorio, la mayoría tiene un desequilibrio entre Omega-6 (AA) y Omega-3 (EPA) y debería mejorar sus hábitos alimenticios. La conclusión también sigue siendo la misma tras evaluar 400 000 pruebas (junio de 2019).
Figura 3. El equilibrio entre Omega-6 (AA) y Omega-3 (EPA) debe estar preferiblemente por debajo de 3:1, coincidiendo con el nivel preferido de Omega-3.
Es importante tener un equilibrio normal de Omega-6 y Omega-3 para mantener el desarrollo normal de las células y tejidos (homeostasis), y también para el control corporal de las inflamaciones. Estos ácidos grasos son precursores de las “hormonas” locales como prostaglandinas, leucotrienos y tromboxanos, que regulan los procesos inflamatorios, así como la contracción y relajación del músculo liso.
Se ha observado un desequilibrio de los ácidos grasos Omega-6 y Omega-3 en muchos problemas de salud relacionados con el estilo de vida. Para más información acerca el desequilibrio entre Omega-6 y Omega-3, y sobre las enfermedades que causa, consulte la literatura científica con números de referencia 7, 12 y 16. Una dieta adecuada, equilibrada y antiinflamatoria de ácidos grasos Omega-6 y Omega-3 es fundamental para la salud de todas las mujeres embarazadas y de sus bebés, ya que el cerebro y el sistema nervioso en desarrollo del bebé requieren cantidades grandes y equilibradas de Omega-6 y Omega-3, y deben provenir de la madre [35, 36]. Un equilibrio adecuado entre los ácidos grasos Omega-6 y Omega-3 contribuirá con la salud mental, la función nerviosa, un corazón sano, el sistema circulatorio, el estómago, el intestino y la función pulmonar, hasta con una piel saludable (consulte la Investigación, en proyectos de desarrollo internos).
Figura 4. Dieta equilibrada
El ácido araquidónico (AA) es el ácido graso Omega-6 más importante para el organismo. Es el punto de partida para la producción de hormonas tisulares locales derivadas del omega-6, como las prostaglandinas, los tromboxanos y los leucotrienos. Estas hormonas tisulares participan en las actividades inflamatorias y son causa importante de dolor. La inflamación es un proceso fisiológico que se produce como respuesta a una infección o lesión. La función general de la inflamación aguda es proteger el organismo de daños al limitar el avance de una infección o las consecuencias de una lesión. Una inflamación continuada (crónica) puede ser dañina para el organismo.
El índice de AA muestra el valor medido del ácido araquidónico (AA) omega-6 como porcentaje del total de ácidos grasos medidos. Un buen promedio sería entre el 6,5 % y el 9,5 %, con un objetivo óptimo del 8,3 %. Algunos individuos están predispuestos genéticamente a tener un nivel de AA inferior al 5 % (en el rango amarillo o rojo de la escala), mientras que otros, a tener un nivel superior al 10 % (en el rango amarillo o rojo de la escala). El primer grupo puede querer aumentar su ingesta de buenas fuentes dietéticas de ácido araquidónico (AA), por ejemplo de huevos y productos cárnicos de animales alimentados con cereales, como el pollo, mientras que el segundo grupo puede beneficiarse al evitar las fuentes dietéticas ricas en AA.
El porcentaje de AA es un factor en varios de nuestros cálculos, y si su valor de AA está por debajo del 5 % o por encima del 12 %, entonces tendrá un efecto no deseado en algunos de los valores que se muestran en los resultados de la prueba.
Figura 5. El objetivo para el valor del ácido araquidónico es del 8,3 %
La figura 5 muestra que, basándose en las muestras de 42 489 personas, testadas en nuestros laboratorios, la mayoría tiene un nivel óptimo de AA. La conclusión fue la misma tras evaluar 369 000 muestras hasta abril de 2020.
Un nivel bajo de AA puede ser el resultado de una actividad enzimática dañada en la síntesis del AA (figura 1) o de un consumo insuficiente de ácido linoleico (LA) omega-6 debido a una dieta libre de grasas o en la que su consumo se reduzca al mínimo. Los niveles bajos de AA pueden provocar infecciones más frecuentes o retrasar la cicatrización de heridas [37, 38].
La figura 6 muestra que el ‘Fluidez de la membrana celular‘ de las 45 329 primeras muestras analizadas en nuestros laboratorios, la mayoría se encuentra en desequilibrio y debe mejorar sus costumbres dietéticos. Después de 400 000 pruebas evaluadas la conclusión sigue siendo válida (junio de 2019).
Figure 6. Fluidez de la membrana celular preferiblemente debe estar debajo 4:1.
La composición de la membrana celular y la arquitectura estructural son fundamentales para la salud celular y, por lo tanto, para el cuerpo. Por un lado, la membrana tiene que ser lo suficientemente rígida como para ofrecer una arquitectura estructural celular saludable. Por otro lado, la membrana tiene que ser lo suficientemente fluida como para permitir salir a los nutrientes y residuos y, además permitir la flotación fluida de receptores celulares en la bicapa de los fosfolípidos. Los receptores celulares en la bicapa de los fosfolípidos funcionan como conectores para las hormonas y otros nutrientes bioactivos que afectan la vida de las células. Las partículas de colesterol que transportan los ácidos grasos y otros componentes de grasa del hígado a las células es un buen ejemplo. La proteína amarilla en la parte superior de la partícula de colesterol (Figura 7) se conecta con el receptor en el superficie de la membrana celular con el objetivo de entregar los ácidos grasos así como otros componentes de grasa a las células. Lo ideal es que los receptores celulares, que flotan libremente, se muevan, sobre la superficie de la membrana, como ”un bote en el río haciendo rafting”.
La figura 8 muestra que, en relación al valor del “índice de estado de ánimo relacionado con el bienestar” de las 45 331 muestras individuales analizadas en nuestros laboratorios, la mayoría se encuentra en desequilibrio y debe mejorar sus costumbres dietéticas. La conclusión también sigue siendo la misma tras evaluar 400 000 pruebas (junio de 2019).
Figura 8. La fuerza mental debe estar preferiblemente por debajo de 1:1
La siguiente figura muestra que la reducción de este valor afecta significativamente a varios factores del bienestar relacionados con el estado de ánimo [39]. Existe evidencia clara de que los desequilibrios en el perfil de ácidos grasos pueden causar depresión [40, 41]. Los Omega-3 marinos, EPA y DHA también pueden servir de estabilizadores del estado de ánimo [42, 43].
La ingesta diaria de 3 g de Omega-3 EPA y DHA de origen marino, en un estudio realizado durante 3 meses, disminuyó significativamente la sensación de ira y ansiedad de los toxicómanos, comparada con los del grupo placebo [44]. Varios estudios clínicos demuestran que el rendimiento cognitivo mejora cuando hay un mayor consumo de los antiinflamatorios Omega-3 marinos, EPA y DHA [45, 46, 47]. Tanto la infancia como la vejez son dos etapas de la vida muy críticas y vulnerables, y es cuando el suministro de Omega-3 (EPA y DHA) es fundamental para una buena función cerebral. Durante estos períodos, un carencia de Omega-3 se asocia con dificultades en el aprendizaje y en la memoria, y también afecta el estado de ánimo.
La razón puede ser que cuando las neuronas se estimulan mediante neurotransmisores, tanto los Omega-3 marinos (EPA + DHA) como el ácido araquidónico Omega-6 (AA) se liberan de los fosfolípidos de membrana y se metabolizan en el cerebro, dando lugar a una serie de compuestos bioactivos como las prostaglandinas, los tromboxanos, los leucotrienos, las lipoxinas, las resolvinas y las proteínas, incluida la neuroprotectina D1 del DHA libre. Estas “hormonas” locales bioactivas se pueden modular y afectar a varias rutas relacionadas con los neurotransmisores, como la serotonina, la noradrenalina, que influye en el ritmo cardiaco, la acetilcolina, que afecta a la concentración, y la dopamina, que influye en el aprendizaje motivado por recompensa en el cerebro [48, 49, 50].